Formación docente: el contexto y sus posibilidades
- blogsisoc
- 2 feb
- 14 Min. de lectura
Jair Velasco Acosta

INTRODUCCIÓN
Las sociedades manifiestan sus preferencias y sus necesidades en todo momento de su quehacer histórico y social; a su vez, intentan resolverlos a través de una política pública que haga las veces de criterio de orientación al interior de una construcción permanente asociada a la revisión, las discusiones y las correcciones mediadas por la autocrítica beneficiosa, responsable, compartida. Renunciar a hacerlo, torna la dinámica societal en paquidermias que permean todo su ser y todo su hacer, corriendo el riesgo permanente de los marasmos paralizantes cuando no el extravíos de sus potencialidades.
Asimismo, una política pública cuya función privilegie lo educativo, ha de ocuparse, en todo tiempo y lugar, del sector del magisterio a quien se le ha delegado el campo misional de formar las generaciones en las apuestas definidas como trascendentales para esa organización social. En tanto referente indispensable de equidad social, vía la cualificación de los maestros, sus procesos de selección, la atención a su seguridad social, su evaluación de desempeño, su reconocimiento como actor social, las diversas instancias encargadas de dicho sector, han de asumirse bajo la consigna de la relievancia de una educación pública y, por tal razón, financiada por el Estado.
El presente ensayo quiere ocuparse de una política pública educativa que genere las condiciones que viabilicen los propósitos en el marco de una educación inclusiva no solo para con los niños y con los jóvenes, usuarios primordiales del servicio educativo, sino para con los maestros cuya inclusión se encuentre mediada por su formación, su actualización, su escogencia, su carrera magisterial, su profesionalización docente.
El camino que hemos seguido se refiere al planteamiento lectura-confrontación-consulta-respuesta, en una circularidad que no agota los alcances conferidos a los interrogantes. A su vez, nos ha sido de provecho el acceso a materiales conducentes y pertinentes sobre el contenido, sin por ello pretender un agotamiento de sus perspectivas sino, mejor, un cierre-apertura como garante de sus tareas pendientes.
DESARROLLO DE LAS IDEAS
En consonancia con lo sostenido por Chomsky (2017)
“…las circunstancias actuales de la educación tienen tanto elementos positivos como negativos. Un público educado es sin duda un prerrequisito para que una democracia funcione, en la que “educado” signifique no solamente informado, sino capaz de inquirir de manera libre y productiva, lo que constituye el fin principal de la educación. En el momento presente este objetivo se favorece en ocasiones, y en otras se entorpece, e inclinar la balanza en el sentido adecuado es una tarea importante”.
una política educativa de Estado, en la cual se integren los distintos grupos humanos, en particular los maestros, deviene interesante en la medida que trascienda el marco de coyunturas de periodos de gobierno y en la cual se asienten las bases de un proyecto a mediano y largo plazo, que cuente con los agentes administrativos, los recursos financieros, las legislaciones correspondientes, la voluntad política de dirigir la acción de las diferentes instancias de la organización estatal, tareas en las cuales cada quien asuma su esfera de compromiso y de convicciones.
Si las sociedades se organizan a partir de ejes referenciales (políticos, culturales, éticos, antropológicos, materiales, jurídicos) mismos que se erigen en cosmovisiones de variado alcance, entonces, la educación y quienes la responsabilidad de ejercerla a nombre del estado, se convierte en variable sin la cual los procesos de los sujetos humanos se verán enriquecidos en tanto se haga de la experiencia educativa un ejercicio con alcances gratificantes para todos los intervinientes.
Cómo sean las sociedades y en qué deseen transformarse dará cuenta del tipo de opciones planteadas con carácter de alternatividad aun cuando esto mismo no reduzca la pluralidad de visuales (cultura), como manera de entregar cualesquier aproximación a su producción humana como sociedad. Si los elementos que integran las formas de esa producción muestran ora los avances, ora los retrocesos o alguna situación inercial, bien puede considerarse como basamento axiológico, como bisagra ideológica y como construcción anclada en lo social y en lo histórico.
Uno de estos aspectos fundantes alusivo al tratamiento de la educación y, de paso, al tratamiento a los maestros, se imbrica con la concepción del poder y lo con él relacionado (composición, sentido, acceso, mantención); a quienes ejercen ese poder en coyunturas y en estructuras sociales determinadas, interesa una dinámica de usufructo en la idea de bloquear, eliminar o contrarrestar sectores en los que sus apuestas transitan hacia la obtención y administración del aparato del Estado.
Ese ejercicio del poder (que asume a unos y excluye a otros), se lo determina desde la perspectiva de la imposición de interpretaciones que hagan las veces de garante de aquello definido como relevante para quienes hacen las veces de administrados y para quienes fungen como administradores. Ello será factible en la medida del control del aparato coercitivo del Estado que, para las experiencias particulares, se asocia al propio ejercicio de gobierno.
Ese manejo privativo del Estado en beneficio de sectores favorecidos en la organización social por causas diversas (concentración del ingreso y de la tierra, acceso a relaciones, disponibilidad de los cargos burocráticos, funcionarios entrenados en los intríngulis de la tecnocracia, proveniencia de grupos de poder), ofrece el marco adecuado para el agenciamiento de propuestas y la formalización de proyectos que requieren una preparación prolongada en el tiempo a la vez que reclaman el concurso de las demás entidades (para el caso: ministerios o secretarías) que viabilicen los planes aprobados para periodos específicos.
Por consiguiente, el entroncamiento entre sectores usufructuantes del poder y población gobernada (entre quienes se cuentan, como sector social, los maestros y lo atinente a sus procesos de formación) se expresa en los espacios intersticiales de las maneras de articular el sistema educativo, tal que vehicula las pretensiones emanadas de órganos de poder afines a las aspiraciones de aquellos que ostentan puestos de dirección en los distintos niveles del sistema (nacional, regional, local), en una secuenciación cuya procura no desdeña ninguno de los estadios del ente político-administrativo.
De allí que el puente que efectúa el ministerio o secretaría de educación se constituye en punto de mira a partir del cual se expresa y se ejecuta la decisión gubernamental con respecto a los fines y perfiles de la educación: qué aspira para su población, qué perfil de ser humano ha definido, cómo lo hace, qué recursos apropia, en qué tiempos se traza su cometido. De igual importancia, será el tipo de maestro y la formación que se corresponda con este planteamiento, en el propósito de tornar funcional la labor magisterial con la propuesta de la clase gobernante en el poder (generalmente asociada a grupos de dominación, dado que los países de la región se constituyen en sociedades de clases).
El documento sobre “La formación docente en América Latina” (2011) lo formula así
“La calidad de la formación docente y de la educación en general es otro de los debates pendientes; hasta ahora se impone una visión más o menos implícita de calidad que atraviesa por la formación del “capital humano”, mediante pedagogías activas destinadas a la generación de “competencias” funcionales al capitalismo globalizado hegemónico, competencias que supuestamente son medibles a través de pruebas nacionales estandarizadas…(la formación)…Debe ser el resultado de una formación docente integral: en valores, en ética, en contenidos, en pedagogía, con responsabilidad social y tener una visión democrática de su quehacer en el aula y en la sociedad”.
De la misma manera, dichas concurrencias (gobierno-sistema educativo-población) prefiguran los tipos de relaciones entre las que se implementan las diversas actividades programadas para llevar a efecto las políticas públicas convenientes para la mantención de los privilegios y posicionamientos desde donde prolongar posiciones de favorecimiento a quienes son afectos a la disposición de entramados de articulaciones en el supuesto de asumirse con las condiciones, idoneidad y visionamiento del proceso social.
En otras palabras, el sistema educativo y, con él, los maestros son tornados bisagra entre los deseos de los sectores de la base y los intereses de la clase gobernante, misma que permite el establecimiento de vasos comunicantes en el objetivo de definir, imponiendo, aquellas hermenéuticas (éticas, antropológicas, de espiritualidad) que se consideran necesarias, cuando no indispensables, para el correcto funcionamiento del ente estatal.
En efecto, para el logro de esta intencionalidad (política), la sociedad requiere de un esfuerzo, sostenido y mancomunado, por atender la fuerza del magisterio en lo concerniente a sus propias características vinculadas a sus funciones, vale decir, su aporte como fuerza intelectual y como elemento orgánico del acontecer societal. Los gobiernos, en la región, recientemente se han ocupado de manera sistemática del sector de los educadores, con dinámicas desiguales para las diferentes experiencias latinoamericanas, como desiguales serán los contextos (históricos y sociales) al interior de los cuales se ejerce la labor docente, como aspecto sustantivo del sistema educativo.
Tal lo afirmado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (1998)
“Por su propia naturaleza, la educación es una de las áreas donde la acción del Estado no sólo es deseable sino también imprescindible. En primer lugar, por una razón social, para que se cumpla la responsabilidad estatal de proporcionar a todos los ciudadanos iguales condiciones para aprovechar las oportunidades. En segundo, porque la inversión en educación es la única manera de asegurarle a un país, tanto a mediano como a largo plazo, condiciones de competitividad internacional y de desarrollo sostenido”.
De este modo, atender el mundo de los maestros, se ha constituido en una ineludible responsabilidad ya no solo por la misma supervivencia de los sectores dominantes en ejercicio del poder del Estado, sino por los reclamos y exigencias de sectores sociales que envían mensajes de urgencia con respecto a la supremacía y la centralidad de los maestros en la oferta educativa de calidad, una de cuyas improntas irrenunciables lo constituye el sujeto maestro y lo con él relacionado.
Asimismo, en tanto los sistemas educativos de la región se han visto sometidos a un rezago inocultable, y apelando a experiencias de diversos sistemas educativos, que han arribado a la conclusión ineluctable que versa sobre el rol fundamental del maestro en la formación de las generaciones escolares, han debido ocuparse en la delineación de una política pública educativa, asumida como proceso, en el cual las dimensiones de cualificación, actualización y profesionalización de la docencia de los profesores en servicio y en retiro, sean priorizadas como variable sin la cual todos los demás esfuerzos e inversiones se quedan limitadas o reducidas a una mera carta de buenas (ingenuas) intenciones.
A pesar de dedicar tiempos, recursos, personal, el proceso continúa adoleciendo de fallas estructurales, en tanto las sociedades de América Latina, se caracterizan como de atraso en lo económico, lo convulsionado en lo político, lo insular en el comercio internacional, lo anárquico en lo cultural, lo cual deja a las claras un sistema educativo (con excepción de Cuba) enfrentado a la esquizofrenia de contar con dos vertientes: oficial y privada. Tal situación afecta, sensiblemente, la labor del maestro y la prioridad para una política pública educativa que ofrezca rangos evidentes de preferencia y ventajas comparativas a la educación oficial, en el objetivo de hacerla atractiva y de calidad con lo cual se generan condiciones de equidad y de oportunidades para los escolares de todos los estratos socioeconómicos, principalmente, de los jóvenes que egresan de los colegios oficiales, con maestros con óptimos niveles de preparación, y con una política de Estado fijadora de directrices de justicia social.
Así lo aseverado por el Informe a la Unesco sobre la Educación (1996)
“Aunque es muy diversa la situación psicológica y material de los docentes, es indispensable revalorizar su estatuto si se quiere que la “educación a lo largo de la vida” cumpla la misión clave que le asigna la Comisión en favor del progreso de nuestras sociedades y del fortalecimiento de la comprensión mutua entre los pueblos. La sociedad tiene que reconocer al maestro como tal y dotarle de la autoridad necesaria y de los adecuados medios de trabajo”
Es necesario resaltar, sin perder de vista la realidad descrita arriba, que la vivencia específica de Colombia con relación a una política pública educativa ha mostrado una serie de disposiciones por parte de las administraciones en lo referido al sector de los maestros en el entendido que aquello que se haya conquistado para su profesión es el producto de trayectoria de movilizaciones, formación política, conciencia de clase, identidad social y gremial, capacidad de organización, alianzas y articulaciones, producción intelectual, comunicación con la comunidad educativa y no las meras dádivas ofrecidas por gobiernos a los cuales poco les va y poco les interesa la suerte de la educación oficial en tanto ellos y sus hijos han sido usuarios de la educación particular (privada), lo que da cuenta de una doble incoherencia: de una parte la indolencia para con la consideración de la trascendencia de la educación oficial, y de otra parte, el mensaje de exclusión, de discriminación, de rebajamiento al apoyar sin medida la educación particular resultante esta en índices de mejor calidad, mejor infraestructura, mayores posibilidades de acceso a la educación superior.
Sería mejor decir que las reformas y regulaciones que han buscado la mejora de las condiciones de formación de los maestros, han sido producto, también, de pulsos de poder con resultados disímiles para cada país y para cada objetivo. Para el sistema educativo colombiano el último aporte, en el sentido de una propuesta que englobe los requerimientos del magisterio y las necesidades de la sociedad, provienen de estudios realizados por grupos particulares que han contado con altos grados de beneplácito por parte de funcionarios gubernamentales (ejecutivo) encargados de la administración del sistema escolar.
Por economía de la presente reflexión vamos a limitar esos insumos a dos informes que obedecen a tiempos, propósitos, carácter y responsables diferentes en tanto uno de dichos documentos responde al estamento gubernativo y el otro a un colectivo privado. Ambas propuestas, siendo que obedecen a petitorios y a actores plurales, poseen en común la preocupación por el sujeto maestro, en lo pertinente a los componentes sin los cuales una política pública educativa no solo se torna corta en su viabilidad, sino será la resultante lógica de los permanentes aplazamientos, dilaciones, obstrucciones, cambios inconsultos, promesas incumplidas, plazos desconocidos, presupuestos alterados, que han constituido el sello desafortunado de los sistemas educativos y de la atención a los maestros objeto de este análisis.
En primer lugar, el informe “Colombia el filo de la oportunidad” (1995), presentaba las siguientes estimaciones en lo relacionado con metas de inversión y formación de personal en el trabajo científico, todo ello de cara a una dignificación y preparación de los maestros
“…8.000 científicos con doctorado…10.000 profesionales especializados…18.000 profesionales sin especialización, tecnólogos y técnicos…El costo total estimado de este Programa, $10.860 millones de dólares en diez años, es decir, $1.086 millones de dólares anuales, corresponde al 2% del PIB actual. Pero dicha cifra representa menos del 1.5% del PIB estimado para dentro de diez años, asumiendo una tasa promedio de crecimiento del 5% anual”.
A su vez, el informe intitulado “Tras la excelencia docente” (2014) ofrece un diagnóstico y una propuesta de inversión sostenida en el empeño por posicionar la formación del maestro como uno de los elementos garantes de una mejora sustancial de la calidad de la educación
“A la fecha, Colombia ha logrado avances innegables en casi todas las dimensiones del manejo docente…en muchas ocasiones ha faltado una mirada integral que propenda por una adecuada y sostenida articulación entre las distintas dimensiones por periodos de tiempo lo suficientemente amplios para materializar los resultados de manera efectiva…Teniendo en cuenta todo lo anterior, en el estudio se definen para Colombia acciones de corto, mediano y largo plazo para cada dimensión. Las estimaciones realizadas para establecer el costo total de la propuesta arrojan que el costo anual inicial es de aproximadamente 1.8 billones de pesos, que ascenderían a cerca de 3.4 billones de pesos anuales una vez estén en marcha todos los elementos de los cinco ejes. El costo no superaría en ningún año 0.3% del Producto Interno Bruto (PIB), 1.7% del presupuesto del gobierno central, ni el 9% del presupuesto del Ministerio de Educación Nacional (MEN)”.
Es conveniente destacar el aporte de estos análisis, aun cuando algunos exijan matizaciones necesarias. Con todo, una constatación relevante la expresa la voluntad política que ha de informar lo descrito anteriormente, a la vez que descansar en una legitimación social que haga de la educación un propósito cultural. En política, la disposición de los marcos jurídicos, de los recursos presupuestales, de la asunción de criterios de mayor envergadura a la hora de seleccionar funcionarios con misión de administradores de la educación cuya función primaria ha de serlo la consecución de los objetivos acordados. En lo social, el reconocimiento de la labor del maestro a la vez que la exigencia al Estado del respaldo a una política pública educativa que supere transiciones de mando gubernativo y sea asumida como política de estado; asimismo, la exigencia a los maestros para una dedicación exclusiva y a tiempo completo de su labor, el cumplimiento de su horario de trabajo, su actualización permanente, el cuidado de su salud en la idea de evitar exceso de permisos, el sentido de pertenencia institucional.
En consecuencia, la convergencia de voluntades políticas, sociales y magisteriales, es decir, desde el poder de la organización político-administrativa del Estado, desde las diversas comunidades educativas y padres de familia y desde el sector de los educadores, en aras de posicionamiento de las urgencias y de lo importante de los maestros en lo atinente a las condiciones propias de su labor y en el entendido que todo empeño por mejorar al maestro redunda en beneficio de toda la sociedad; al contrario: todo descuido del maestro repercute en negligencia para con el sujeto educando para, finalmente, con la sociedad, por cuanto es esta, y no exclusivamente el maestro, la que educa, la que forma, la que capacita.
En resumen y en lo referido a la formación del maestro y de la derivación que ello posee para el logro de una producción social con brechas menos ofensivas, conviene citar el material de la Secretaría de Educación de México (2003)
“Es innegable que muchos maestros de educación básica ejercen su profesión con responsabilidad y compromiso, y obtienen resultados favorables en su desempeño frente a sus grupos y en su relación con la comunidad. Estas fortalezas contribuirán a conformar la nueva escuela en la cual, la tarea del profesor consistirá en promover en sus alumnos los aprendizajes que requieren para su desarrollo personal: la adquisición y consolidación de sus competencias intelectuales fundamentales; la adquisición de los saberes indispensables para entender el mundo natural y el mundo social en el que viven; el desarrollo de las capacidades de concebirse a sí mismos como personas con identidad y posibilidades propias, y las competencias y valores necesarios para respetar y aprender a convivir con los demás. El papel del profesor radicará, además, en favorecer en sus alumnos la formación como ciudadanos y su integración activa en la sociedad, en estimular su curiosidad y alentar su pensamiento crítico, la creatividad, la iniciativa y la autodeterminación. Se espera que el docente cumpla el papel de guía pedagógico y permita al educando orientarse ante la creciente masa de información, que genera el mundo contemporáneo”.
CONCLUSIONES
Formar, profesionalizar y actualizar los maestros comporta la obligación de corresponsabilidad tripartita: Sociedad-Estado-Magisterio; porque ello acompaña las expectativas que hacen realidad la distribución equitativa de la riqueza generada por todos los actores activos de una experiencia humana específica. Su valor, como reflexión académica, queda demostrada en la capacidad de movilidad social que confiere la atención a los maestros, en lo concreto para lo que ha sido dado en llamar Colombia.
Nos hemos ocupado, en breve, de la importancia de la atención a los maestros, poseyendo como criterio de orientación el interrogante ¿por qué la atención de las condiciones de los maestros se convierte en una variable para la equidad social? Para ello, la presente reflexión ha procurado un acercamiento al tema del poder del Estado, en tanto de esa comprensión de derivan consecuencias dado que el acceso al aparato del Estado permite la puesta en marcha de reformas, proyectos, actividades que, de otra manera, sería imposible.
De igual forma, hemos intentado una aproximación a la enumeración de limitaciones, desarrollo de ideas, muestra de alternativas por medio de las cuales se configuran caminos de solución. Se ha podido constatar el rol destacado del aporte sustantivo por parte de quienes poseen la responsabilidad gubernamental, la clave de la participación de la sociedad civil vía sus espacios de incidencia y una atención esmerada por el quehacer de los maestros, porque los sistemas educativos, como elemento cimero de la labor docente, consolidarán una política pública educativa consistente con las metas trazadas en los textos constitucionales y en consonancia con las normatividades legales y en correspondencia con los objetivos sociales, en la medida de acompañar, apoyar y legitimar la labor social del maestro.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Colombia: al filo de la oportunidad. Informe conjunto Misión ciencia, educación y desarrollo. Presidencia de la República-Ministerio de Educación Nacional: Bogotá.
Chomsky, N. (2017). Optimismo contra el desaliento. Sobre el capitalismo, el imperio y el cambio social. Grupo Editorial Penguin Random House: Bogotá.
Internacional de le Educación, ie. (2011). La formación docente en América Latina. Utdannings-Forbundet: San José.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD. (1998). Educación: la agenda del Siglo XXI. Hacia un desarrollo humano. Tercer Mundo Editores: Bogotá.
Secretaría de Educación Pública. (2003). Hacia una política integral para la formación y el desarrollo profesional de los maestros de educación básica. Documento base. Cuadernos de Discusión 1: México.
García J, S. et al. (2014). Tras la excelencia docente. Cómo mejorar la calidad de la educación para todos los colombianos. Fundación Compartir: Bogotá.
UNESCO. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Ediciones UNESCO-Santillana: Madrid.
Comments